Sobre el Salmo 127 y el Salmo 44 - “Son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud.” El predicador, guerrero de Dios, no usa sólo la espada sino también flechas. La flecha impacta de lejos. ¿Cuáles son esas flechas? Tal vez los hijos espirituales, que llegan más lejos que nosotros en el tiempo o en el espacio. Tal vez también nuestras obras, pues por el ejemplo trabajan cuando ya no estamos. El ejemplo llega lejos. También la palabra escrita. Tal vez, la obra anónima. La espada en cambio parece referirse más bien a aquella predicación que se hace al oído. La espada está “ceñida al flanco,” porque está hecha una sola cosa con quien la predica. Parece la mejor arma del valiente, “su gala y su orgullo,” porque pertenece a Dios mismo. Blandimos la palabra de Dios mismo contra el enemigo.
Espadas y flechas
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